DISFORIA: HACER VISIBLE LO INVISIBLE.
¿Puede convertirse el poema en una travesía hacia el interior?
¿Vislumbrar los acordes que mueve nuestra conciencia, y reflejarlo
en un papel?
Este es el sentido de todo acto poético. De toda una transfiguración.
Y el poeta no es más que un instrumento que abre la puerta a toda una serie de realidades, que de otro modo, no serian visibles.
Estamos ante una declaración, un grito de todas esas voces que marchan en la clandestinidad más absoluta en el ser humano: el estigma y la necesidad de ser comprendidas.
El poema no es solo un medio terapéutico, es un instrumento de validación. De comprensión y autoconocimiento. Se puede explorar, liberar y procesar emociones complejas, lo que a su vez contribuye al bienestar emocional y mental. Pero hay algo muy interesante en este libro, que ha acotado poderosamente mi atención.
El título: Disforia.
No voy a entrar en una terminología (psiquiátrica) que no alcance a entender el lector. Si no en la explicación más sencilla y poética que del término se deriva, y que impregna todo el libro.
Para su autora, construir este libro, es ante todo resaltar varios elementos: Una ruptura, un problema de carga, un abismo provocado por la convulsión constante. El dolor que produce la gestión de la subjetividad, de nuestra vulnerabilidad enfrentada a los desafíos del mundo y de los otros.
Sobre este tema hace poco leí un texto dePaul B. Preciado, escritor, filósofo y comisario de arte:
“No vemos ni entendemos el mundo, lo percibimos destrozándolo a través de las estrechas categorías que nos habitan. El dolor que a menudo sentimos al estar vivos es el dolor de esta negación del mundo y de su sentido. […] El cuerpo político vivo es tan vasto, tan sutil y maleable como el alma. No hablo aquí del cuerpo como objeto anatómico o como propiedad privada del sujeto individual de lo que llamo, precisamente para diferenciarlo del cuerpo de la modernidad, la somateca. Nuestra alma inhumana e inmensa, geológica y cósmica, recorre y satura el mundo, sin que logremos darnos cuenta de ello”.
Nuestra realidad es disidente, mutante y revolucionaria. Disfórica. El mundo está mutando, estamos mutando, todos estamos en este proceso de metamorfosis y rebelión. Y esa rebelión, contra lo prohibido, contra el diferente, es lo que expresa Eva García Madueño en este fantástico libro:
Las palabras ahogadas en el pecho
necesitan ser vomitadas
La sociedad actual, está dando un grito para buscar un mayor acercamiento entre los seres humanos. De dar un carpetazo a la soledad, al aislamiento y buscar modos de comunicación entre las personas.
Comprender la mente, el cuerpo no es tarea fácil, muchas veces lo obstaculiza nuestros prejuicios.
En el límite del dolor,
traspasar el umbral hacia el abismo.
Sortear la infinita negrura -y su silencio-.
Alcanzar el camino hacia la paz.
Temas como la fibriomialgia, el autismo, el dolor, la percepción de rechazo, la crítica o el fracaso, ya sea real o imaginario. Abre un crucigrama, un laberinto donde la poeta intenta llegar a la esperanza, a la superación y aceptación.
Esconderse,
huir del mundo,
de las personas.
Escapar de la rutina,
huir de sí misma
de su vida.
Escapar de la vida.
Dejarse caer.
Deslizarse en silencio
hacia abajo,
más abajo,
donde todo era oscuridad.
(…)
Desbloquear puertas y ventanas
hacer visible lo invisible.
Pero también hay belleza y luz en este libro. Una belleza maravillosa que todos los seres humanos tenemos en nosotros. Y que la mayoría de las veces escondemos. Por el miedo, la vergüenza, por no ser aceptados.
Eso es también darle visibilidad en la poesía. El bien común se ha convertido en una utopía. Y para llegar, es necesario un equilibrio de fuerzas entre todos nosotros.
La poesía es la portabilidad a esas situaciones, el lector está dispuesto a escuchar. El poeta es la mirada del otro, la mirada propia, y el martillo para derribar muros.
El primer paso: hacer visible lo invisible.
Y solo tú lector, leyendo este libro, podrás hacerlo. Te invito a naufragar en sus diferentes dimensiones. Dividido en tres partes, siendo la ultima la más luminosa, la más incandescente; la magia y la intuición de una puesta de sol; la hora mágica para despegar y desligarnos de nuestros miedos y ataduras. Un delicado equilibrio entre lo contemplado y lo desconocido, un momento de transición que abarca la esencia misma de la existencia.
Dentro de ti aletean todas las aves:
azules, tibias, resplandecientes.
Extienden sus alas al infinito,
elevan sus trinos hacia la luz.
Una espera contemplativa, de que todo absolutamente todo lo que nos rodea, sentimos y hayamos, está abocado, a aquello que nosotros podemos cambiar y transformar.
Isabel Rezmo.
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